sábado, 5 de septiembre de 2020

ABRAZAR UN CABALLO SALVAJE O ATREVERSE A DESENTRAÑAR EL SIGNIFICADO DE SER POSTDOCTOR


La ciencia, el arte y la vida se encuentran en los caminos menos transitados e imaginados; aunque vienen de distintos derroteros al entrar en contacto forman un trans-sistema que se vuelve sobre sí mismo para poder transformarse y transformar su entorno, como lo dibuja poéticamente el argentino Roberto Juarroz:

 

El universo se investiga a sí mismo.
Y la vida es la forma
que emplea el universo
para su investigación

 

          En este mundo de vida y de distinciones diversas cada quien paradigmáticamente “ve lo que ve; no ve lo que no ve; y no ve que no ve lo que no ve” (Maturana); sin embargo, para transcender onto-antrópicamente la visión disciplinaria, el hombre postmoderno necesita hacer uso de todos los recursos disponibles en la integración del sistema hombre-realidad-pensamiento, dimensionando sus haceres en lo biológico, lo psicológico, lo arteológico, lo social y lo cultural.

Partiendo del hecho de que la realidad fenoménica  tiene la posibilidad cierta de ser compleja, aferrarse a visiones simplistas, dogmáticas o de pensamiento único propone la paradoja de que, incluso, conociendo las consecuencias epistemológicas de este hecho se presenta la difícil situación de no poder abandonar tal postura paradigmática como quien se abraza a un caballo salvaje para no ser derribado por éste; no deseo soltarme y tampoco deseo estar en el lomo de un jamelgo revoltoso y bestial.

Sin lugar a dudas, tal circunstancia condena al hombre a pensar en cautiverio desde la certeza y la monotonía; es decir, desde la nada, desde la irracionalidad de saber que irremediablemente habrá que soltarse del caballo y caer estrepitosamente al suelo. No importa cuántas veces  montes al noble bruto, la caída es inevitable. La certeza positiva sirve de marco a la metáfora señalada supra.

En este contexto, surge la transcomplejidad como proyecto civilizatorio con la construcción de conocimiento caótico como atractor matriz autopoiético donde los respingos salvajes de un caballo se integran poéticamente con la ciencia, con el arte y, por tanto, con la vida.

 Ante esta disyuntiva relacionante y oximorónica, la acción postdoctoral enfrenta la tensión cognitiva o hipercatálisis para generar espacios de relaciones y confrontación dialéctica que promuevan la reflexión erotética dinámica, constante y fractal desde una perspectiva heutagógica.

            Las posibilidades heurísticas de un postdoctor en Ciencias de la Educación apuntan a producir investigaciones inéditas que generen impactos significativos en el ámbito educativo  y social desde una perspectiva transcompleja. Tales investigaciones tendrán como característica esencial la profundidad en la reflexión y rigurosidad epistemológica, teórica y metodológica; en un contexto signado por la autonomía, para investigar; la creatividad, para relacionar conocimientos y atrevimiento intelectual, para soltar las riendas del caballo y, permitir, así, que éste transite por caminos desconocidos.

            Es imperativo, por tanto,  que un postdoctor se atreva a superar los enfoques tradicionales y propiciar nuevas formas de pensar lo ya pensado, de conocer lo conocido y de actuar lo actuado. Para ello, es imprescindible fomentar la discusión y productividad científica pertinente del más alto nivel, embebida tal discusión en un ambiente de madurez intelectual que promueva el trabajo en redes colaborativas de investigación.

            Los estudios de doctorado y postdoctorado viven de la confrontación dialéctica constante, de la apertura a la serendipia y de construir contextos académicos para la actualización científica y apoyar, así, el proceso de formación docente y de investigación en los programas postdoctorales con una visión ontosistémica de la organización universitaria.  

            Por todo lo anterior, se puede afirmar que la articulación de realidades trans-subjetivas está antrópicamente en la esencia del hombre como una visión policromática en la construcción onto-epistemológica del conocimiento en el ámbito académico desde una configuración transcompleja.

            Nuevamente el poeta Roberto Juarroz devela el papel heurístico del postdoctor como uno de los principios de la transcomplejidad a través de sus versos que hermosamente trazan  un espacio de unidad divergente ante la serendipia:

Buscar una cosa
es siempre encontrar otra.
Así, para hallar algo,
hay que buscar lo que no es.

De aquí no se puede ir a ningún sitio. 
A menos que encontremos un espacio 
donde luz y sombra sean lo mismo

 

            Al final, desistimos de nuestro empeño de soltarnos del caballo salvaje y nos percatamos que ser postdoctor es igual a abrazar un caballo salvaje al mismo tiempo que se reflexiona heutagógicamente y se interroga a la realidad sobre lo que estamos haciendo, donde lo estamos haciendo, mientras lo estamos haciendo; es decir, sobre el fundamento contextualizado de nuestros haceres que no es otro que construir conocimiento para crear un mundo mejor donde los espacios de luz y sombra se entrecrucen como una experiencia estética-axiológica tal como la noche y el día.

            A manera de epílogo, recurrimos nuevamente al bardo  argentino Juarroz quien plantea una visión transcompleja quizás sin conciencia de ello o a lo mejor en pleno conocimiento de lo que esta visión paradigmática significa en el intento de desentrañar el significado de ser doctor:

Descripción: http://www.robertojuarroz.com/titulos/p6.gif -

Una rosa en el florero, 
otra rosa en el cuadro
y otra más todavía en mi pensamiento. 

¿Cómo hacer un ramo
con esas tres rosas? 
¿O cómo hacer una sola rosa
con las tres? 

Una rosa en la vida. 
Otra rosa en la muerte. 
Y otra más todavía.

 

                                                                                                                                                                                                                                                      

            Cada rosa expresa una visión en el mundo de distinciones donde ciencia, arte y vida se encuentran en distintos niveles de realidad:

Una rosa en el florero (tal vez, la del mundo real). Otra rosa en el cuadro (quizás, la visión de un artista). Y otra más todavía en mi pensamiento (posiblemente, la versión del científico que al integrar las tres perspectivas da nacimiento a la visión de la vida). Justo así es el significado de la investigación doctoral y postdoctoral  en el entramado de ciencia, arte y vida.

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